Telarañas en el aeropuerto: Aplicación de la teoría de las ventanas rotas y el elefante en el cuarto.

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Teoría de las ventanas rotas

 

Esta semana pasé por un aeropuerto en el cual sentí una sensación extraña. Al principio lo atribuí al cansancio y poca tolerancia de viajero que se levanta a las 3:00 am e inicia la travesía de vuelos regionales para llegar al destino a las 12:00 del día aunque solo hayan 500 kilómetros de distancia. No era esa la fuente de mi inquietud.

 

 

Al notar que no funcionaban las gradas eléctricas, tener la sensación que la forma de abordaje era propia de una terminal de autobuses – más que de aeropuerto- y al ver el techo lleno de telarañas, logré descifrar el sentimiento que tenía, y mi reflexión fue sobre la aplicación de la teoría de las ventanas rotas en el caso concreto.

 

Pero no es lo mismo los descuidos en un vecindario que se va degradando desde una ventana rota hasta el vandalismo,  a que estos fenómenos se den en un aeropuerto, donde la seguridad del público es clave.

 

En el centro de la teoría está, que la comunidad al convivir con un descuido, y tolerarlo, estos descuidos tienden a multiplicarse, en una especie de desidia o connivencia en que todos comienzan a infringir las normas de convivencia, civilidad y empieza escalar hasta llegar a la criminalidad.
Pero, ¿como así que eso pase en un Aeropuerto?, ¿una telaraña en el techo y unas gradas inoperantes podrían escalar en descuidos hasta que los operadores del aeropuerto y tripulación pierdan el respeto por la seguridad?  Confieso que me queda un conjuntos de sensaciones encontradas que me quitan las ganas de viajar en esa ruta.

 

El estándar de diligencia, en el cumplimiento de los deberes de aquellos que operan industrias como la aviación, no puede dar pie a ventanas rotas. No es lo mismo un vecindario degradado que un aeropuerto.

 

Las ventanas rotas, – y telarañas- pueden ser la punta del iceberg de cadenas de actos negligentes que pueden llevar a fatalidades;  la dirección debe estar en aquellos que comprenden su responsabilidad.

 

Pude notar en mi paso por el aeropuerto que otros pasajeros mencionaron las telarañas en el techo – algo a la ligera-, denotando que «el elefante está en el cuarto».

 

Un buen tema para continuar en el blog.

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