
Decidí escribir en el blog temas no convencionales también, reflexiones sobre el motor que guía nuestras actuaciones ante las situaciones que nos ponen en riesgo personal y ponen a prueba el espíritu humano en condiciones adversas.
En razón de conflictos armados actuales donde se ha observado a personas huir y a otras dejar sus quehaceres normales para empuñar armas y defenderse, se me vino a la mente la pregunta que me hecho varias veces cuando he tenido que llevar a cabo -en lo mas profundo y silencioso oráculo dentro de mi – el debate entre el miedo y el sentido del deber.
Ese debate es uno de los espacios íntimos que las personas comunes y – ocasionalmente en el rol de directores de empresas- nos reservamos para ordenar nuestro timón interior ante los riesgos de nuestro quehacer que van mas allá de la gestión y debemos enfrentar fuerzas superiores que muchas veces abruman y nos ponen en riesgo personalísimo -en juego hasta la vida o la libertad- .
¿que motiva y guia al ciudadano común a participar en la guerra o a enfrentar riesgos que le suponen un riesgo personalísimo como la vida o la libertad?
Retome de la biblioteca una cita al general Patton que solía expresarse durante la segunda guerra :
«Todos los hombres temen en la batalla. El cobarde es el que deja que sus miedos superen a su sentido del deber. El deber es la esencia de la humanidad.»
¿es realmente el sentido del deber el que nos guía en esas circunstancias extremas ?
Recientemente encontré en un libro de un autor Guatemalteco – Diego Solís- durante viajes que emprendió a sitios recónditos del mundo que han estado en conflicto durante toda su historia – esas regiones donde han pasado guerras con árabes, otomanos, mogoles, europeos, conflictos perennes entre tribus locales- documentó reflexiones de los «guerreros no convencionales» de dichos lugares en el contexto de la guerra n convencional ,
«El miedo conduce al enojo, el enojo a la acción»
“El miedo nos empuja a actuar, y actuando reconstruimos la confianza en nosotros mismos. El miedo es el enemigo de nuestro guerrero interior, o no, después de todo, es una chispa. Y es lo que hacemos con esa chispa lo que realmente importa”
Es un tema bastante amplio y es un terreno para una profunda reflexión personal,
Se me vino a la mente otra vez la pregunta ¿que guía a un ejecutivo a enfrentar demandas penales y exponer su libertad por supuestos actos de fraude o corrupción que pudieron no haber estado bajo su conocimiento o control?.
¿El miedo o el sentido del deber?
Son asuntos que están mas cerca de lo que se cree: por ejemplo en los casos que están sucediendo en muchas regiones de America Latina; empresas mineras en lugares remotos están bajo presiones de contratar servicios a terceros -bajo coacción directa de grupos criminales organizados amparados en redes políticas corruptas- , o empresarios que pagan extorsiones al crimen organizado para poder protegerse, pero al hacerlo `posiblemente infringen leyes en contra del terrorismo o leyes contra el lavado de dinero.
Fuerzas a veces irresistibles empujan a los directores de empresas a desiciones que implicarían desviarse de los estándares de cumplimiento y ética, en este escenario decir que no, es un acto de guerra -según los estándares de terceros- , que podría desencadenar represalias muy serias y riesgos personalísimos con los criminales o con el sistema penal, si su actuar se abstrae del contexto en que suceden las cosas; dilemas éticos modernos que requieren el temple parecido a l que se necesita para enfrentar una guerra.
Esta es una materia digna de permanente exploración; para eso este blog.